top of page

DON AGAPITO

Crónicas de historias contadas.

Miguel parra Méndez


La pelea en la muerte de don Agapito comenzó desde antes de morirse, en plena agonía todos los hijos, sobrinos y mozas llegaron con una hoja en blanco, entraban una por una, llorando para ver si el viejo les firmaba; el único vivo fue el nieto, Agapito, que llevo un huellero, lo malo es que eso en la notaria no sirve para herencia sino para bautismo. El viejo en la agonía, miraba como todos los limpiaban, sacudían sobaban y al oído le decían que no se olvidara de las vaquitas para Manuel, de la marranera de Ignacio de los palos de café que los podían atender seila y magola, que el rancho se lo dejara a Juan bautista, porque era muy vagabundo y que lo demás, el billetico, lo repartiera entre el médico, la funeraria el hambriento de Elucides, y el cura, que estaba pidiendo más de la mitad y no se trenzaba. El viejo Agapito trancó duro, nadie sabía por que no hablaba, si estaba era enfermo de la próstata, y no de la lengua y el tramaba a como daba lugar y solo cuando el cura entraba, caía en un solo sueño y no despertaba hasta el otro día. Todo el mundo estaba impaciente con don Agapito, que no daba luces de los bienes y cuando pensaban que Agapito moría fue cuando, pidió caldo de pajarilla con mondongo y levanto el mecho. La romería de familiares se deshizo y una tarde de soslayo, llegó el veterinario a ver la gusanera de los marranos y Agapito aprovecho parta decirle, en secreto de confesión, que una de las mosas que nunca vino, se había hecho firmar todo a nombre de ella y esperaba la muerte del viejo para venir por todo. y efectivamente no regreso hasta cuando este de verdad si estiro la pata.

Don Agapito, murió, la familia se agarro en una sola riña, pero todo vino a aclararlo el veterinario, que una vez contó todo, salió como volador sin palo y lo persiguió hasta el cura.

Hoy en la tumba de Agapito a punta de limosnas y rifas le pusieron la lapida, todos colaboraron, y cuando le pidieron al nieto contribución, dijo, vayan pídame a la Mosa de ese viejo sinvergüenza, con migo no cuente ni para quemarle los resto.

Así paso y hoy, la lapida a don Agapito leyéndola despacio y de corrido dice, aquí yace don Agapito que dejo sin nada a los hijos, que enriqueció la Mosa y que con limosnas lo enterraron. Recuerdos de Magola Seila, Ignacio Manuel Juan bautista menos Agapito que no quiso dar ni uno.


Who's Behind The Blog
Recommanded Reading
Search By Tags
Follow "THIS JUST IN"
  • Facebook Basic Black
  • Twitter Basic Black
  • Google+ Basic Black
bottom of page